¡Adiós, 'buena moza'! Cuando la Catedral perdió su torre
¿Sabías que la Catedral de Valladolid perdió su torre a consecuencia del terremoto de Lisboa de 1755?
Muchos vecinos piensan que es la actual torre la que se derrumbó, pero nada más lejos de la realidad: 'la buena moza', como la conocían popularmente por su estilizada figura, nuca volvió a construirse.
Un proyecto ambicioso con problemas desde el inicio
El diseño de la torre formaba parte del gran plan arquitectónico ideado por Juan de Herrera, que contemplaba cuatro torres en total: dos en la fachada y otras dos más pequeñas en las cabeceras. Sin embargo, solo una llegó a erigirse, y su existencia estuvo marcada por problemas estructurales desde el principio.
La base de la torre comenzó a dar señales de debilidad debido a la inestabilidad del suelo, afectado por filtraciones y humedad del antiguo cauce del río Esgueva. Para solventarlo, se construyó una plataforma que, si bien permitió continuar con la obra, generó un importante retraso y elevó los costes.
Se estima que la torre se levantó entre 1703 y 1709, siguiendo las trazas de Herrera, aunque posteriormente se le añadieron modificaciones. Originalmente tenía una planta cuadrada, como se aprecia en los dos cuerpos aún en pie, pero con el tiempo se incorporaron elementos como un cuarto piso ochavado y más campanas de las que figuraban en el proyecto inicial.
Con sus 75 metros de altura, la Catedral se convirtió en el edificio más alto de Valladolid. Sin embargo, su gloria fue efímera: apenas diez años después de su finalización, comenzaron a detectarse problemas de estabilidad que con el tiempo se volverían irreversibles.
El colapso de la torre: un desastre anunciado
Uno de los factores que marcaron el destino de la torre fue el terremoto de Lisboa de 1755. Aunque el epicentro estaba a casi 600 kilómetros de distancia, las vibraciones llegaron a Valladolid y agravaron las fisuras en la estructura, debilitando aún más los cimientos.
Para intentar salvar la torre, en 1761 se instalaron cuatro cinturones de hierro diseñados por Ventura Rodríguez, reconocido arquitecto barroco. Su plan consistía en reforzar la estructura mediante un innovador sistema de andamios móviles, operados con un torno vertical. Aunque esta intervención permitió ganar tiempo, no pudo evitar lo inevitable.
Finalmente, el 31 de mayo de 1841, la torre cedió. El estruendo del colapso conmocionó a la ciudad, y en su caída el cuerpo superior arrastró consigo parte de los niveles segundo y tercero.
Una historia de supervivencia increíble
Milagrosamente, la tragedia no cobró vidas humanas, aunque dos personas se encontraban dentro de la torre en el momento del derrumbe. Juan Martínez, el campanero, logró mantenerse en la parte de la estructura que quedó en pie, pero su esposa, Valeriana Pérez, no tuvo la misma suerte: cayó junto con los escombros.
Contra todo pronóstico, Valeriana fue rescatada después de 30 horas atrapada bajo los restos de la torre. Para sorpresa de los vecinos, salió prácticamente ilesa, convirtiéndose en protagonista de una historia que aún hoy asombra a quienes la escuchan.
Las secuelas del derrumbe y la demolición definitiva
Tras el colapso, las autoridades priorizaron la seguridad del resto del edificio. Tras retirar los escombros iniciales, el Ayuntamiento decidió proceder con la demolición parcial de las estructuras que representaban un riesgo inminente.
El trabajo se encomendó a un preso condenado por homicidio, quien aceptó la tarea a cambio de una reducción de su pena y una modesta retribución. En agosto de 1841 se completó la demolición, dejando la Catedral con el aspecto que conocemos en la actualidad.
Pese a que en su momento se propuso reconstruir ‘La buena moza’, el proyecto nunca se materializó por falta de fondos.
Inspiración para la literatura
El desplome de la torre ha servido de inspiración para la ficción. En 2010, el escritor Miguel Ángel Galguera publicó La buena moza, una novela que recrea los hechos históricos desde la perspectiva de Francisco González, el convicto encargado de las labores de demolición. En paralelo, la obra narra la historia de Valeriana Pérez, la mujer que sobrevivió milagrosamente al desastre.
Hoy, ‘La buena moza’ sigue viva en la memoria de Valladolid, recordada como uno de los episodios más impactantes de su historia.
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