La fábrica 'La Cerámica': una mirada al patrimonio industrial de Valladolid

 

Con su silueta escalonada y su imponente chimenea, La Cerámica se ha convertido en un referente del pasado industrial de Valladolid. Este emblemático complejo, ubicado en el barrio de Vadillos, cumple casi 120 años desde su apertura en 1908, marcando una época de transformación para la ciudad.

Su historia está estrechamente ligada a Eloy Silió, un visionario empresario que dejó una huella imborrable en el desarrollo económico local. La fundación de esta fábrica no solo impulsó la producción de materiales de construcción, sino que también contribuyó al crecimiento urbano de la zona, hasta entonces un área periférica sin una estructura definida.

Eloy Silió y la expansión industrial de Valladolid

Nacido en Santa Cruz de Iguña en 1833, Silió se instaló en Valladolid en 1871 tras una exitosa trayectoria en el comercio de cereales y la dirección de fábricas de harina. Su primer gran proyecto en la ciudad fue la creación de La Tejera Mecánica, una fábrica de tejas y ladrillos fundada en 1884 en el paseo de San Vicente.

Su espíritu emprendedor le permitió posicionarse como una de las figuras clave del desarrollo industrial vallisoletano. Además de sus propias fábricas, fue accionista de la cervecera El Águila, de la Sociedad Industrial Castellana y formó parte de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio.

La calidad e innovación de sus productos fueron reconocidas desde el inicio. En 1884, La Tejera Mecánica obtuvo un diploma de honor y la medalla de primera clase del Círculo de la Unión Mercantil en la exposición de Madrid. Su prestigio era tal que el nombre de Eloy Silió se convirtió en un sello de calidad en los anuncios de la época.

El nacimiento de La Cerámica

En 1904, mientras su empresa evolucionaba hacia una sociedad anónima, comenzó la construcción de La Cerámica, un ambicioso proyecto impulsado junto a su hijo, César Silió (político y director de El Norte de Castilla hasta 1901) y su yerno, Francisco Zarandona. La fábrica abrió sus puertas en 1908, consolidándose rápidamente como un motor de desarrollo para el barrio de Vadillos.

La empresa no dejó de expandirse tras la muerte de Eloy Silió en 1914. En 1915, adquirió La Progresiva de Castilla, ubicada en el paseo de San Vicente, antes de extender su actividad a Madrid, Reinosa y, más tarde, La Cistérniga, donde abrió una nueva planta en los años 70.

Conflicto vecinal y el cierre de la fábrica

A pesar de su éxito, La Cerámica generó un problema creciente en el barrio: la contaminación. La chimenea de la fábrica expulsaba gases y partículas que afectaban la vida cotidiana de los vecinos, ensuciando la ropa tendida y despertando preocupaciones sobre la salud.

En los años 70, la indignación del vecindario se convirtió en protesta. "Humos no" se convirtió en el lema de las movilizaciones que exigían el traslado de la actividad industrial. Las manifestaciones, cada vez más multitudinarias, presionaron a las autoridades hasta que, finalmente, en 1993, se puso fin al uso industrial del recinto.

Tras arduas negociaciones entre el Ayuntamiento y los propietarios, se logró la rehabilitación del edificio y la transformación de su entorno, convirtiendo un símbolo de la revolución industrial en un espacio integrado en la vida del barrio.

Hoy, La Cerámica sigue siendo un testimonio de la evolución de Valladolid, una pieza clave del patrimonio industrial que nos recuerda el legado de una ciudad en constante cambio.

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